domingo, 5 de febrero de 2012

OTRO PENSAMIENTO

Hace no mucho tiempo la puta vida que llevo en estos últimos meses, son contadas pero muy intensas las pocas cosas buenas que me pasan, me acercó hasta Quintana de la Serena, pueblo del que ya he hablado unos meses atrás.



La cosa es que estando allí pude observar una vez más lo diferente del paisaje urbano si lo comparo con el que veo a diario en Bergara y alrededores. Mirando todos esos tejados desiguales, todas esas casas diferentes, unas más altas, otras más bajas, ventanas grandes, pequeñas, más o menos granito en la fachada, en los adornos… pensé que se ajustan mucho más a la realidad que las de mi entorno. Es decir, cada casa es diferente como cada familia, persona que las habita lo es. Se ajusta mucho más a la verdad de lo que lo hacen las de aquí.



Es como si cada casa dejara un resquicio de vida a la personalidad de cada persona y no como aquí, que vivimos en cubitos de 90 metros cuadrados y cada vez somos más parecidos todos en gustos, comportamientos… Es como si alguien guiara nuestra forma de ser y como si salirse de lo marcado fuera algo erróneo.
Esto podría explicar que en esos pueblos que creemos anclados acepten mejor lo diferente, las personas que se salen de lo marcado. Aunque se que esto es una ida de olla, fue lo que pensé en ese momento.



También me vino a la cabeza el hecho de que buscamos lo que queremos siempre basándonos en una serie de principios que nuestra forma de ser proyecta sobre nuestro entorno, es decir, tengo lo que proyecto sobre los demás; pero muchas veces no es eso lo que necesito, y eso que necesito me bien de improvisto, sin buscarlo. No sé si alguien entenderá esta divagación, no sé si yo mismo la entenderé cuando lo lea dentro de un par de meses.



Pero esto fue lo que pensé mientras me fumaba un cigarro en la terraza de mi doblado y miraba los tejados de Quintana.