SUSTRAI I

Ya son muchos los meses que llevo sin actualizar el blog y aunque hace tiempo que tenía un tema pensado, he vivido hace no mucho una experiencia que ha cambiado mi vida y que creo que va a seguir cambiándola durante un buen tiempo, y de la que no puedo dejar de escribir.

Mis dos únicos lectores del blog ya saben que no soy muy dado a escribir sobre cosas relacionadas con mi trabajo, pero esta vez no puedo evitarlo, por lo que he sentido y por lo que hemos vivido en aquellas tierras enrojecidas por el zumo del fruto que de ellas mana por doquier.

Cuando vi mi nombre en una diapositiva de formación al lado del curso Sustrai, me dije “¡¡MIERDA!! ¡¡Marronaco!!”, pero no me quedó otra que asentir y aceptar. Sé que ha habido gente que se ha quejado a su Dirección para intentar escaquearse (no vamos a poner nombres, ¿verdad Amaia?), pero a mí ni se me ocurrió porque no iba a cambiar nada, así que ya desde ese momento me fui mentalizando y empecé a verlo como un mes de vacaciones. ¡Qué equivocado estaba! Ha sido, personalmente, mejor que unas vacaciones.

Llegué allí una mañana con bastantes nervios y algo de fresco. No sabía lo que me iba a esperar y solo conocía a una persona, de Bergara, con la que nunca he tenido ningún tipo de relación, así que la cosa no pintaba bien del todo. Si a esto le añadimos lo que había escuchado en mi cole de boca de mis compañeros, que si Sustrai es una mierda, es una pérdida de tiempo, hay gente allí que te va a mirar con lupa, que te van a poner en un lado o en otro… en definitiva, un montón de chorradas, pues todo apuntaba a un cataclismo de medidas desproporcionadas. Menos mal que el aquí escribiente, bajo esa máscara de machaca de discoteca, consigue siempre, mejor o peor, hacerse un huequito entre el gentío. No es menos cierto que jamás pensé que hubiera podido llegar a tal grado de comunión con varias personas que estaba a punto de conocer.
Continuará...